
Donald Trump vuelve a estar en el centro del debate con una propuesta que ha generado tanto interés como polémica: una especie de “Golden Card” para otorgar residencia permanente en Estados Unidos a grandes inversores internacionales. Aunque el nombre aún no es oficial, la idea ya está en boca de economistas, asesores financieros y analistas políticos.
La propuesta gira en torno a la creación de una tarjeta de residencia permanente destinada exclusivamente a inversores de alto patrimonio. A cambio de generar empleo, aportar capital estratégico o realizar inversiones significativas en sectores clave, los beneficiarios obtendrían la residencia legal en EE.UU.
Esta medida recuerda a los llamados visados dorados que ofrecen países europeos como Portugal, España o Grecia, donde la inversión inmobiliaria o empresarial da acceso a la residencia o incluso a la ciudadanía.
Con una economía global tensionada y una guerra comercial latente con China, Estados Unidos busca reforzar su posición como destino atractivo para grandes fortunas.
Esta estrategia también pretende:
- Dinamizar sectores estratégicos (tecnología, energía, salud).
- Fortalecer el mercado laboral a través de nuevas empresas.
- Compensar déficits fiscales con nuevas fuentes de ingresos.
Aunque puede verse como una medida pragmática, la Golden Card también plantea serios interrogantes éticos y sociales:
- ¿Promueve una migración basada únicamente en el poder adquisitivo?
- ¿Deja fuera al ciudadano común que busca oportunidades por mérito o necesidad?
- ¿Reforzará los desequilibrios entre clases sociales?
Al final, no todos pueden “comprar” su entrada a Estados Unidos.
Para profesionales del mundo financiero, esta medida no es solo una curiosidad mediática. Si se implementa, puede influir directamente en:
Los grandes patrimonios podrían redirigir inversiones para aprovechar la residencia en EE.UU., modificando estrategias de sucesión y protección de activos.
En países con inestabilidad política o económica, como Argentina o Venezuela, esta tarjeta puede ser vista como una vía rápida y segura para migrar sin renunciar a ventajas fiscales.
Los asesores deberán estar atentos a cómo se integraría esta figura dentro del marco fiscal estadounidense y qué implicaciones tendría para estructuras offshore o trust internacionales.
El concepto de “fronteras abiertas al capital” no es nuevo, pero la propuesta de Trump lo pone sobre la mesa con más fuerza que nunca. ¿Estamos ante una jugada maestra de atracción de talento y recursos? ¿O ante una puerta dorada para unos pocos?
En un mundo donde ya no solo migramos con pasaporte, sino con patrimonio, propuestas como la “Golden Card” reflejan una tendencia global: la migración selectiva basada en el capital. Estés a favor o en contra, entender estos movimientos es clave para anticipar decisiones estratégicas en inversiones y planificación financiera.